LA HABANA (PL) — El presidente cubano Raul Castro cumple 81 años el domingo, en un recordatorio para sus compatriotas y para los exiliados que lo odian que el tiempo no perdona a la generación de revolucionarios que envejecen.
Pero aun con la inevitabilidad del calendario, no hay indicaciones de que la conducción cubana se esté movilizando para preparar posibles sucesores más jóvenes para tomar la posta del marxismo impuesta a la isla durante más de medio siglo.
Aun la propuesta de Castro en abril del 2011 de imponer límites en los períodos de gobierno —incluido el suyo— todavía no se ha implementado. Su hermano mayor retirado Fidel tiene 85 años. Sus dos lugartenientes tienen 81 y 80.
“Una y otra vez han postergado la elevación de figuras de la generación siguiente hasta el tope de la conducción”, observó Philip Peters, un analista de Cuba en el Instituto Lexington, en Virginia. “Eso provoca incertidumbre”.
La discusión de año tras año sobre el período pos-Castros testimonia su poder de permanencia. Pero la marcha del tiempo ha sido particularmente dura para los hermanos recientemente.
La hermana mayor de los Castro, Angela, murió en febrero a los 88 años tras una prolongada enfermedad. En septiembre, el presidente perdió un confidente en el general Julio Casas Regueiro, viejo aliado y sucesor como ministro de Defensa.
“Creo que la muerte de Casas lo desconsoló porque murió inmediatamente y había sido realmente su mano derecha”, comentó Ann Louise Bardach, experta en Cuba y autora de “Sin Fidel: Una muerte anunciada en Miami, La Habana y Washington”.
“Sufrió un ataque cardíaco y murió, y a los 75 era el más joven”, agregó.
Los analistas dicen que Castro ha llenado altos cargos provinciales y en su gabinete con nuevos rostros, incluso mujeres y afrocubanos, algunos de ellos cincuentenarios.
Gente como el reformista económico Marino Murillo, el vicepresidente del gabinete Miguel Díaz Canel y la titular del Partido Comunista de La Habana Mercedes López Acea ejercen influencia considerable en sus cargos, pero ninguno de ellos es un heredero aparente.
Se considera que Castro goza de buena salud, sin indicios de enfermedades físicas serias. Cuando el papa Benedicto XVI visitó la isla en marzo y se reunió con los dos hermanos, Raul pareció de lejos el más vivaz y dinámico de los tres octogenarios.
Castro no parece tener las mismas energías para exigirse físicamente como lo hacía Fidel, que a menudo hablaba durante horas bajo el implacable sol tropical hasta que una enfermedad casi fatal lo obligó a dejar el cargo en el 2006. El hermano menor deja que sus lugartenientes pronuncien los discursos en los aniversarios revolucionarios y parece poco dispuesto a viajar más que lo absolutamente necesario.
Pero el presidente todavía lleva sobre sí una pesada carga para alguien que ha sobrepasado en 15 años la edad oficial de retiro en Cuba, promoviendo reformas de libre mercado que hasta él mismo describe como la última oportunidad de salvar la economía socialista de la isla. Mientras Fidel demuestra su edad y el principal aliado de Cuba, el presidente venezolano Hugo Chávez, se debate contra el cáncer, la salud de Raul es especialmente crucial para el futuro del país.
“Raul Castro es militar, y como buen militar uno espera que esté preparado para el momento en que deje su puesto”, dijo Peters. “Ha empezado un proceso de reforma de la economía que ha facilitado mucho su continuación por medio de la generación siguiente…, pero en el terreno de escoger una conducción política, no está claro que haya hecho lo que se suponía debiera hacer”.
Al igual que con todo lo relativo a Cuba y los Castro, las opiniones varían notablemente. Muchos viejos residentes todavía manifiestan apoyo por ellos, mientras algunos jóvenes ventilan su frustración.
“Espero que Raul viva 81 años más”, afirmó Esteban González, un retirado de 71 años en La Habana. “Con Raul el país va en vías de buen desarrollo”.
En cambio Marta, de 45 años, que trabaja en una cafetería y no quiso dar su apellido por temor a que una crítica al gobierno le ocasionara dificultades, dijo que “Es la generación perdida, y no es una sino varias. Han pasado 50 años durante los cuales nos han dicho siempre que todo era transitorio. ¿Pero hasta cuándo?”.
En Miami, donde muchos exiliados han envejecido esperando un cambio en la conducción de su patria, el cumpleaños es un nuevo motivo de decepción.
“El experimento Castro ha durado medio siglo, pero está agotado”, afirmó Huber Matos, que luchó en la revolución pero que rompió con los Castro cuando estos abrazaron el marxismo y que pasó 20 años en la cárcel. “Los líderes Castro están viejos”, dijo Matos, de 93 años. “No falta mucho para que esto se acabe”.